Por Batiks Ayes (QPJ)
LEJANO OESTE.- "Es verdad, yo perdí la apuesta, me tiré de cabeza y bajé hasta donde pude, hasta que de repente se me planta atrás un buzo o un delfín y me dice 'catchai guón, qué onda tu aquí abajo, que stá más frío que suegra con sangre azul, po'. Yo me sorprendí, así que levanté la cabeza y empecé a nadar hacia arriba todo lo que pudo mis patas de ranas. Cuando quise mirar para abajo y ver quién realmente me había hablado ya no lo vi más. Así que seguí subiendo y apenas volví a la superficie fui y conté a mis amigos cómo me había ido. Y así fue como se llegó a la conclusión de que estamos conectados con Chile bajo tierra", sentenció Enduro Herrera Bloque.
La historia arrancó hace un mes y medio, en un bar de San Rafael, Mendoza. Herrera Bloque tuvo un piro y apostó a sus amigos desterrar el mito de que el Pozo de las Ánimas de Malargüe se conecta con el Océano Pacífico. "Es una boludez que vienen repitiendo desde que murió Gardel", admitió que replicaron sus amigos, aunque por desinformación ninguno se animó a explicar las razones científicas que niegan tal conexión.
Pero como la apuesta ya había sido hecha, Herrera Bloque y sus amigos decidieron presentar el caso en la Universidad Nacional de Cuyo, quien dejó el caso en manos de Ciencias Políticas. Así fue que todo se resolvió de una tirada de dados. "Si sale uno, dos y tres decimos que no existe conexión, y si sale cuatro, cinco y seis, la otra alternativa", fue la iniciativa que recibieron de la casa de estudios. Los sanrafaelinos lo aceptaron y el dado dio cinco. Ante esta suerte a favor de la verdad, el grupo prefirió insistir con la apuesta y esta vez, sumándose un grupo de un centro de estudiantes de Ciencias Políticas.
Luego de reunir fondos, un contingente de diez personas llegaron al Pozo de las Ánimas de Malargüe con un equipo de buzo para poner a prueba a Herrera Bloque, quien finalmente no logró ciertamente conectar con el Océano Pacífico, pero sí con un espécimen marino de ese lado, que sin dudas pudo haber llegado vía ilusiones ópticas y auditivas, o no. Eso nunca se sabrá.
Que pelotudez, Dios mio.
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