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Por Stephen Harbin
PLANETA TIERRA (QPJ).- “Lo único que recuerdo fue haber gritado ‘chi chi chi le le le’ y de repente se nos vino el tsunami que me dejó en cuatro patas, como un cangrejo”, dijo el flaco Pararayos, un mecánico diesel de Mendoza que vino a pasar el febrero po en Viña del Mar, po. “No me queda otra que apretar el acelerador y el embrague con las manos”, concluyo, haciendo referencia a su posible regreso al Lejano Oeste.
“Literalmente estoy hecho pelota, es decir, una pelota”, sentenció Molly Arenas, sin tener que aclarar que es verdad toda la verdura que está diciendo. “Cuando cayó la ola me sentí una tremenda bola de bowling derribando todas las botellas que chupé desde que empezaron a tirar los fuegos artificiales del año nuevo”, explicó.
Esta semana se supo que un turista mendocino tuvo que regresar al western en ambulancia, fruto de una tremenda ola que le quebró la patita. Pero lo de hoy sólo se explica desde la óptica científica del bañero Jorge Po:
“¡¡¡Shuuuuta, guón, catchai que ola pipona arrastra huesos chupaos por tequila y piiiiisco Control, sha guón con la cabeza descontrolada que estrategia de supervivencia obliga, po, a acurrucarse cumu chaleco salvavidas en una bota, guón, oacrr (perdón), que ¡shuuuta, ¿por dónde iba?, los guatones terminaron encorvados cumu air bag desinflado!!!”.
No importa. Nadie entendió un huevo, incluido su jefe máximo, sir Sebastián Piñera.
Se espera que en las próximas horas el mandatario po emita una multa al océano Pacífico por comportarse tan mal con los turistas argentinos y demás porotitos.
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